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Mostrando entradas de abril, 2017

La luz de un nuevo día (Hebe Uhart)

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A mi mamá Todavía no se explicaba cómo se pudo caer. Ella fue a tender una colcha en la terraza y cuando bajó la escalera se comió el último escalón. Estaba todo oscuro y si bien tuvo la sensación de que daba un paso en falso en el aire, fue como si algo, el espíritu de esa oscuridad, la obligara a hacerlo. Después se cayó y no se podía levantar. Pero desde varios años atrás, algo le pasaba con el último escalón de la escalera, sobre todo cuando el pasillo estaba a oscuras, pisaba el penúltimo escalón y una especie de vértigo la llevaba a comerse el último. ¿Quién la iba a levantar? Doña Herminia era vieja como ella, pero gritó y unos jóvenes que Dios le mandó, una parejita, ojalá tuvieran diez hijos y vivieran mil años, la socorrieron y la llevaron a su cama y adonde estaba doña Herminia. Los jóvenes son buenos; los medianos, no. Los jóvenes como ésos son buenos como su nieta, pero su nieta siempre estudiaba de esas cosas que se estudian ahora y a ella mucho nunca